El Príncipe de humo

A Pedro le había ido bien en los negocios y en un momento, ya entrado en años, le pareció oportuno planificar su retiro.


En esos días, conoció a una mujer que le gustó y se propuso conquistarla. De tanto insistir, logró finalmente iniciar una amistad con ella a quien le dio el mote cariñoso de Chi. Sintiéndose más en confianza, con el correr de los días, ella le contó un problema que estaba atravesando. 


Pedro, observador nato, se dio cuenta que ella actuaba de acuerdo a lo que decía y esa cualidad la llevaba a juzgar igual a las demás personas, por ello, sabía que podría enamorarla; había perfeccionado la técnica de los roles dándole gran realismo a sus personajes, incluso, muchas veces parecía que los creía ciertos. 

Cuando conversaban, procuraba que ella tomara la iniciativa, de tal manera de adecuar su opinión a la de ella y lograr que fueran coincidentes en muchos enfoques. Ella entonces asumía tal hecho como una confirmación inequívoca de que había una gran conexión entre ellos.

Un día la invitó a cenar a un  restaurante de autor donde la tendencia gastronómica incluía platos deconstruidos. Mientras cenaban, le propuso un plan de vida conjunto que entre otras bondades la ayudaría a resolver su problema. El éxito del plan  dependía del aporte de cada uno; él, haría uno de tipo económico, y ella, le daría su tiempo y trabajo.

Escuchaba muy atenta y antes de poder contestar, Pedro sacó una cinta por la que dejó caer un anillo, le tomó la mano y mientras se lo colocaba, le decía con suavidad: el amor es compromiso.

Una sorpresa tan rica en detalles que se presenta de manera conveniente en medio de un planteamiento tan complejo, no le permitió a Chi, por su natural candidez, observar que él podía esconder otras intenciones y le dio su voto de confianza.

Ella cumplió dentro de los plazos acordados con cada parte del plan que le correspondía.  Él, en cambio, no avanzaba y siempre justificaba su retraso con diferentes excusas. Su intención de cambiar el foco del asunto daba resultado. Un día la acusó, sin fundamentos, del retraso en la ejecución del plan. Su objetivo, sabiéndola vulnerable, era pedirle que hiciera algunas concesiones con el pretexto de que eran necesarias para lograr el éxito del proyecto. Ambos sabían que la acusación era infundada y que las nuevas concesiones violaban lo previamente acordado.

Chi se angustió. ¿Pudo Pedro haber premeditado todo aquello? No, eso no era posible. No había ningún motivo para que quisiera hacerle daño; ella, como estaba previsto, ya no tenía trabajo ni casa y el dinero que había recibido estaba colocado en el país donde habían acordado mudarse.

Transcurrieron los días sin novedad. Uno de ellos, Pedro conoció a otra mujer que creyó tan adinerada como él y contra todo pronóstico, se casó rápidamente con ella. Pareciera que el destino le cobró igual de rápido la factura de su traición y esa relacion no prosperó; su esposa, a los pocos días, lo abandonó para volver con su anterior pareja.

Pedro, de manera premeditada, no le había dicho nada a su prometida, pensando quizás en el riesgo de una ruptura de su apresurado matrimonio. Acertó en ello. Todo se había resuelto rápidamente y tuvo tiempo de encontrarse con su prometida y de la misma forma fría y calculada, le pidió unas disculpas que no sentía. Justificó los días de ausencia alegando que su anterior pareja, presa de los celos, había contratado a personas inescrupulosas que haciéndose pasar por clientes, lo habían drogado y secuestrado para robarlo. 

Al fin, un día, se llevó a cabo el plan. Era un mal bosquejo del plan que le había propuesto en aquel restaurante de platos deconstruidos, ese donde ella había sido tan feliz e incapaz de comprender que en realidad ese día era el inicio de su propia deconstrucción.

mayo- 2018

anama@elalmanotienegenero.com

Comentarios recientes

05.11 | 18:28

Buenas tardes, encantado de saludarte. Soy Jose
Quería escribirte porque me ha parecido interesante comentar contigo la posibilidad de que tu negocio aparezca cada mes en periódicos digitales como not

20.10 | 16:28

Un besote amiga!

20.10 | 08:04

Cómo describes a “tu Mimina” me transporta a esa pared para recordar a la mía, a quien adore, con la única diferencia que yo no pude separarme del muro.
Bello y emotivo relato.

06.10 | 21:22

Mi querida Venusita, muchas gracias por leerlo y escribirme. Muchos cariños 😘

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